Mi padre ha muerto hace diez días, en un hospital de Valladolid. Tenía cáncer.

Se lo encontraron hace años pero ha sido este último cuando se puso mucho peor.

El número de la habitación del hospital, 4-304, se me ha quedado grabado en la cabeza. Cada vez que subía a la planta lo buscaba con los ojos. Lo encontraba y me acercaba a la entrada…. bum… el corazón se me volvía medio loco. Qué me encontraré, cómo estará.

Sólo había una respuesta porque mi padre estaba muriendo, y así fue durante nueve días.

He estado un tiempo sin escribir. A veces comprendía cosas y me emocionaba, entonces las quería compartir con vosotros ya. Pero mi corazón (bum) estaba a tiempo completo con mi padre y mi familia, haciendo noches en el hospital e intentando dormir a cualquier hora que tocase.

Ahora ya estoy en Barcelona, sentada de vuelta delante de mi PC. De todas esas cosas que me vienen a la cabeza hay dos que quiero contaros:

1. Morir es lo más solitario que hay en esta vida

En serio. Cuando el cáncer empezó a dañar a mi padre él salió para siempre del reino de la gente sana y eso debió ser muy difícil. Estos días, cuando empeoró y quedó ingresado, estuvimos literalmente a su lado todo el rato. Pero murió solo. Era irremediable, ninguno podía ir con él.

Lo que sí pudimos hacer es acompañarle hasta el final. Dándole la mano, hablándole para que se traquilizara.

Así que puede que muramos solos, pero nos tenemos los unos a los otros hasta ese momento. Podemos llamar cuando sabemos que alguien enferma. Escribir, visitar, estar o sencillamente decir: “no sé qué hacer pero estoy aquí”.

2. Gracias, gracias, gracias

Por todos los mensajes, llamadas, whaps, besos y abrazos que he recibido y recibo. Han sido un bálsamo en el dolor de ver a mi padre morir y en el shock de su desaparición. Nunca habría imaginado que me ayudarían tanto a pasarlo.

Así que tomo para mí también este aprendizaje: aunque no sepa qué decir, aunque me asuste o me sienta torpe ojalá tenga el coraje de acompañar a otros cuando alguien querido muera, y en el duelo que sigue.
Durante este tiempo he pensado mucho también en aquellas personas que mueren solas o sin cariño, en lugares horribles, con dolor, asustadas o en accidentes. Mi corazón estaba y está con ellas.

Un abrazo… y a vivir y querernos. Luego la vida se hace corta, ya sabes.

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