La semana pasada te conté una historia de amor entre una mujer y su móvil: empezó bien y acabó con dependencia.

Otros se enganchan a la tele, a las series… y no te estoy hablando de usarlo a tu antojo y de a poquitos; me refiero a cuando pasan los minutos y ni te enteras. O cuando quieres ponerte con un proyecto y te distraes con internet. O se te hacen las tantas de la noche.

¿Te suena familiar?

¿Sabes qué? Hay un montón de técnicas para controlarlo: disciplina, prohibición de horarios, alarmas para gestionar el tiempo… No te voy a hablar de ninguna de ellas. Hay lugares en internet donde puedes encontrar información.

Yo quiero compartir contigo mis tres claves más queridas, sin ellas el resto de nada me sirve.

Son tres claves que me han funcionado a mí cuando he pasado mucho rato al ordenador o cuando iba a la cocina a picar galletitas cada dos por tres.

Pero esta es mi experiencia, por favor tómala si te sirve y si no haz lo que a ti mejor te resulte.

Clave nº1: Cuando sepas para qué lo haces podrás pararlo.

Como te dije la semana pasada, detrás de los hábitos hay una necesidad válida que necesita ser tenida en cuenta y atendida. Hubo una época cuando era muy joven en la que me pasaba horas en Internet leyendo sobre actores y actrices que triunfaban; estaba obsesionada con ellos. Quería saber en qué casa vivían, cómo habían llegado a hacer películas famosas y cómo eran sus amigos.

Podía haberme dicho a mí misma que eso era ridículo – ¡y lo hice!

Pero también sabía que lo estaba haciendo por alguna razón válida, aunque el resultado no era bueno. Me di cuenta de que buscaba modelos de éxito para imaginarme que yo era ellos.

Porque no creía que yo pudiera tener una vida que me gustara.

Tenía miedo y no confiaba en mí.

En el fondo, lo que necesitaba era decirme a mi misma que yo era válida tal cual era y que ya estaba en un buen camino. Entonces pasó algo curioso: cuando me ponía a leer sobre esas historias maravillosas me empecé a recordar: “tranquila, poco a poco estás avanzando, todo irá bien”. En unos días perdí interés en ellas.

Me di a mi misma lo que buscaba fuera: sentirme segura.

Otras personas se enganchan para no pensar en algo que les molesta, para no sentirse solas, para calmar la ansiedad… pregúntate para qué lo haces tú. Seguramente buscas tu bienestar. Y observa cómo puedes ayudarte a obtener eso que buscas, de otra manera.

Clave nº2: Usa recordatorios… e ignóralos

Dos recordatorios que me han funcionado son poner una pegatina verde en la pantalla del ordenador, en la puerta del armario de la cocina o en el mando de la tele (la ves en la foto). Esto lo sugiere Andrés Martín en su curso de Mindfulness.

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También uso controladores de tiempo para el móvil (Alarmed) o para el ordenador (como Egg.Timer)

Pero cuando los utilizo para parar un hábito precisamente no me obligo a parar.

Sencillamente respiro y me permito darme cuenta de qué me está pasando mientras estoy enganchada. Me pregunto qué estoy sintiendo y qué busco haciéndolo. ¡Una vez que lo sabes es más fácil! Luego puedo parar o seguir, no me importa. Pero si continuo lo hago con conciencia y, por lo general, lo dejo al poco rato.

No me obligo a dejarlo, sólo me escucho.

Llave nº 3: Si te lo permites puedes renunciar

Mi favorita absoluta. Cuando lo descubrí se acabó el picar comida cada dos por tres.

Si comer dulces me da placer ¡entonces estoy buscando placer!, aunque me sirva para calmar la ansiedad, ¿no crees? Esto lo aprendí de Sergio Nardone en su libro la Dieta de la Paradoja.

Se trata de darte aquello que te gusta pero sólamente en los momentos en que tú acuerdes contigo mismo y planificándolo con placer. Es decir, si te gusta navegar por internet para desconectar planifica tu sesión con todo el placer que puedas: elige cuándo la harás y cuánto tiempo (date un margen, no seas estricto) apaga el móvil, prepárate tu bebida favorita, ponte tus pantuflas más cómodas…y disfrútalo.
Si durante el día tienes ganas de desconectar y perder un poco el tiempo aguanta las ganas recordando que vas a poder hacerlo más adelante, en tu hora reservada para perder el tiempo con todo el placer del mundo.

Recuerda: si te lo permites, puedes renunciar.


Estos son mis tres apoyos.

Cuéntame en los comentarios más abajo cómo lo haces tú, ¿hay algo que te ayuda a desengancharte?. Dime también si este artículo te es útil, así me das pistas sobre cómo hacerlo para acompañarte mejor.

Con cariño,

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