“La comunicación es a la relación como la respiración a la vida”

Me encontré esta frase de Virgina Satir al llegar al trabajo, en la sala donde hago terapia. Estaba escrita a mano, con rotulador rojo, en una hoja grande pegada en la pared. La había enganchado allí el profesor de PNL para su grupo, que seguramente había ocupado el lugar durante el fin de semana.

Allí se quedó durante días. Cada vez que entraba la releía porque me gustaba tanto… incluso si algún cliente se quedaba mirándola le preguntaba qué le parecía. “Qué bonita” – decían algunos. A veces yo soltaba un suspiro de esos que uno suelta cuando algo le inspira y le recuerda cosas importantes.

Las relaciones son para mí una de esas cosas importantes.

Me imaginaba que una relación de dos personas que se comunican bien es como una mujer sentada en la hierba de una pradera verde salpicada de margaritas blancas. El sol brilla mientras ella respira y se llena los pulmones tan felizmente, llena de vida.

Pero otras veces, cuando la comunicación falla, la relación sufre una crisis respiratoria. Imagino que la pobre mujer de la pradera se encuentra de golpe envuelta en un espeso humo negro y no puede casi respirar (siento ponerme tan dramática pero así me entenderás mejor). Intenta coger aire a bocanadas pero no entra más que un hilito desesperante…

Cuántas historias he escuchado sobre relaciones que no funcionan porque las personas no saben comunicarse realmente.

Parejas que no pueden hablar sin acabar discutiendo o sintiéndose heridos. Relatos de clientes que han sufrido de niños porque sus padres les castigaban, de manera indirecta, sin hablarles o ignorándolos. Amistades que hemos perdido por no habernos atrevido a explicar con claridad lo que nos pasaba. O relaciones en las que lo hemos vomitado con malas maneras y el otro atacó de vuelta o se alejó.
Cuando nos comunicamos desde ahí es lo que en psicoterapia llamamos hacerlo desde “el ego”, ego grande o pequeño, víctima o verdugo, es lo mismo.

Si algo he aprendido, y sigo aprendiendo, es que cuidar una relación pasa por cuidar la comunicación. “Cuidar la comunicación es un arte”, me decía hace dos días mi hermana por teléfono mientras nos contábamos nuestras cosas.

El arte es, en parte, tener el coraje, la honestidad y la vulnerabilidad para mostrar a la otra persona lo que de verdad, en el fondo, nos está pasando.
Es poder mirar a nuestro paisaje interno, entenderlo en profundidad, hacernos cargo y decidir qué y cómo lo vamos a comunicar antes de reaccionar de cualquier manera.

Podemos tener relaciones preciosas si aprendemos a expresar desde la transparencia y con sabiduría, sin dejar que el ego se meta en medio. Si el ego no se mete en medio muchas veces resulta que sentimos amor. Y si hablamos desde el amor, comunicarse es fácil, tan fácil cómo respirar.9 petit 500