En la primera parte de este artículo te contaba que, cuando la vida nos da un batacazo, nos decimos cosas bonitas para animarnos.
Nos decimos palabras como “no te preocupes, saldrás de esta con tu talento”, o “eres muy simpático, tendrás mil chicas detrás de ti”.
A veces lo hacemos en un intento de subirnos la autoestima, claro, cómo no…
Te decía que esas palabras no acaban de funcionar porque, en última instancia, no valemos por ser capaces, atractivos o listos, ni por otros talentos de ninguna clase. (Si aún no has leído el artículo entero te recomiendo que lo hagas aquí, entenderás mejor esta segunda parte).
Yo no valgo porque tenga capacidad de escribir artículos o de arreglar asuntos prácticos en la casa, por ejemplo. Ni tampoco porque sepa escuchar, porque sea amable, maja o lista (como dice mi madre). Ni siquiera valgo por lo mucho o poco que te haya aportado a ti como lector.
Ni tú ni yo somos valiosos por esas cosas, sino por algo mucho más básico que nunca podemos perder: valemos porque tenemos las cualidades universales de lo que significa ser un “ser humano”.
Estas cualidades o pilares básicos que me aplico a misma (basados en la teoría de la psicoterapeuta Susan Anderson) son los que comparto hoy en la segunda parte del artículo.
Los 4 pilares valiosos de nuestro ser que nada ni nadie nos puede quitar (nunca).
Pilar nº1: Eres un ser independiente de los demás
Cada uno de nosotros es un ser humano completamente separado y diferente de los demás, tanto si formamos parte de una familia, pareja o grupo como si no (a veces se nos olvida). Cada uno llega solo a este mundo y marchará de él solo, por mucho que a otros niveles seamos interdependientes.
Quizás a alguien le pueda sonar deprimente, pero yo creo que es motivo de celebración: en la aceptación y reconocimiento de esa cualidad de seres separados hay un reconocimiento de una fuerza intrínseca y valor independiente de cualquier cosa que haga o piense otra persona.
Pilar nº 2: Eres valioso por el mero hecho de estar vivo
No eres ni más ni menos que ninguna otra persona. Tu existencia, como la de todos, es importante independientemente de la edad que tengas, de tus habilidades o atributos físicos.
Da igual si tienes 25, 60 u 80 años.
Da igual si te crees torpe, menos listo, inseguro, dependiente, incapaz.
Da igual si te ves feo, flaco, bajo, arrugado, acabado, enfermo.
Da igual todo eso, tu existencia es valiosa por sí misma. En nuestra mano está valorarla y respetarla… tu vida es un regalo precioso y fugaz.
Pilar nº 3: Puedes encarar y asumir cualquier cosa que te suceda, cualquiera
Puede que la vida nos dé batacazos más o menos grandes, en forma de rechazo o pérdidas. Muchas veces no podremos evitarlos ni hacer nada al respecto, pero sí podemos asumirlos como parte de nuestra realidad en el momento presente; lograr eso es el primer paso para recuperarse.
Dar espacio en nuestra vida a cualquier cosa que nos pase; permitir que cualquier cosa que surja del bote de las sorpresas, surja.
Además, aunque parezca que no tenemos elección, siempre podemos elegir cómo afrontar un batacazo: si quejándonos y sufriendo o aceptándolo y sacando lo mejor de ello.
Pilar nº 4: Tu capacidad de dar y recibir amor está intacta aún tras las peores circunstancias, incluso si has sido rechazado, criticado o humillado.
Dice Anderson: “Creo que la mayoría de las personas sólo usamos el 5% de nuestra capacidad de amar. El amor es una de las fuerzas más irresistibles que poseemos como seres humanos. No puedes controlar que otros te aprecien como te gustaría, pero sí puedes incrementar tu propia capacidad de dar y recibir amor; con todo lo bueno que ello trae”.
El día en que entendí profundamente estos cuatro pilares le escribí una nota mental a mi “yo interno”:
Querido Yo Interno: La próxima vez que me sienta abatida no me digas que soy guapa ni lista. No lo necesito. Tan sólo recuérdame que por el mero hecho de existir y de ser un ser independiente de los demás soy tremendamente valiosa.
Recuérdame que podré encarar cualquier cosa que me suceda, cualquiera, por muy terrible que parezca. Y recuérdame que aunque perdiera el aprecio y el reconocimiento de una persona, o de miles de personas, siempre podré recibir y dar más amor del que podría llegar a imaginar.
Tan sólo recuérdame esto, el precioso valor que hay en mí, justo en este momento presente.
¿Cómo te llegan estos cuatro pilares? ¿Hay algo que tú ya habías visto y que quieras compartir? En los comentarios más abajo eres bienvenid@ a escribir.
Con cariño y hasta pronto,
Gracias, Cristina!
Ando algo baja de autoestima hace unos días y tu artículo me ha sonado a “agua de mayo”.
Gracias por escribir y por ayudar.
Susanna
Me alegro Susanna,
Es una manera diferente de “subir la autoestima” y me alegra saber que a otros, como a ti en tu caso, también les sirve.
Que pasen pronto esos días 🙂
Un saludo.
Genial, como siempre. UN BESO MUY GRANDE
Un beso, Cruz.
Gracias, gracias y mil veces gracias, Cristina.
Esto es lo que me hacía falta que me dijeran ahora mismo.
Ya sé que no es necesario que te diga que haces un trabajo maravilloso, que nos aporta mucho. Pero te lo digo porque es cierto, y para que lo sepas.
Hace poco hice un taller de autoestima + yoga, aqui en Valladolid, llevado genialmente por Ana Belen Sevillano en Nadanta. Se trató el elogio, a veces poco útil, porque no te lo crees, por mucho que te lo digan de verdad. Lo que en realidad se necesita es no perder esos 4 pilares básicos, para que la vida no nos tumbe.
Gracias Cristina,
Soco, gracias por tus palabras…
He visto la web del lugar donde has hecho el taller, en mi querido Valladolid :). De acuerdo con lo del elogio, si no es de verdad congruente o sentido por la persona queda hueco y es incluso una manipulación.
Me alegra mucho haber compartido estos 4 pilares y que te inspiren también.
Un abrazo muy fuerte.
Esta bien teóricamente hablando. En cuanto al cuarto punto no puedo estar de acuerdo. Es una lástima admitirlo, pero la capacidad de amar y amarse a uno mismo no queda intacta. Cuando tu familia mas cercana desde niña , no te ha profesado amor, te han infravalorado siempre, te han humillado, ninguneado, no se puede querer igual , ni siquiera te sientes digna de amar y recibir amor y mucho menos quererte a ti misma. Esa es la verdad y son heridas muy difíciles de curar. Creo que ni en varias vidas.
Hola Ana, nada es infalible. Hay ocasiones en las que es muy difícil sanar las heridas, o imposible. En otros casos sí se puede.