Quizá te sientas frustrado porque el otro no te entiende, o te sientas cansado de luchar por tus propuestas. Cuando esto pasa, podéis entrar juntos en un círculo vicioso del que os resulte difícil salir.
Tener una buena relación de pareja es muy reconfortante, ¿verdad? Yo pienso que merece la pena ser capaces de comunicarnos mejor cuando estamos a punto de discutir. En este artículo verás una manera de lograrlo.
Sin embargo, antes de nada es importante que distingas entre lo que es un conflicto y lo que es una discusión.
La diferencia entre conflicto y discusión
La discusión es el síntoma, pero no la raíz del problema. Imagínate un iceberg: el hielo que ves por encima de la superficie del agua es la discusión, el hielo que está por debajo del agua, y que no ves, es el conflicto. El conflicto, es decir, la diferencia de emociones y necesidades, es más profundo que la discusión y la mantiene a flote.
Para detener una discusión necesitas entender qué te está pasando a ti emocionalmente y qué le está pasando a tu pareja. Necesitas ver con claridad la parte del iceberg que está por debajo de la superficie.
Antes de nada… cálmate
Cuando estás enfadado, la amígdala, una parte del cerebro encargada de las emociones, hace que liberes hormonas relacionadas con el estrés: adrenalina y norepirefrina primero, y glucocorticoides más tarde. Estos últimos afectan al cuerpo durante horas, o incluso días. Por eso cuando estás muy enfadado te vuelves reactivo, irritable y particularmente susceptible durante mucho tiempo.
Traducido a la práctica esto quiere decir lo siguiente: cuando estás muy enfadado necesitas dejar que pase un tiempo para llegar a un entendimiento con tu pareja.
Para conseguir este tiempo, puedes decirle que prefieres hacer una pausa y retomar la conversación unas horas o incluso un día más tarde, cuando veas que puedes hablar con más calma.
Esto no quiere decir que estés contento y de acuerdo con ella; quiere decir que te has dado el tiempo necesario para pensar con más claridad sobre lo que te pasa.
Cuando estés muy enfadado date un tiempo para retomar la conversación. Si las hormonas del estrés aún están en tu cuerpo no podrás pensar con claridad.
La clave: ¿Qué es lo que te preocupa?
Por ejemplo, yo podría discutir con mi pareja porque tarda mucho en contestarme a los mensajes de WhatsApp. ¿Cuál sería mi necesidad? En el fondo, lo que yo necesito no es que me conteste antes, sino aliviar mi ansiedad o sentirme más acompañada. Mi preocupación subyacente, aquello que me inquieta, es que crezca mi ansiedad o sentir que estoy sola.
Para dejar de discutir con tu pareja primero tienes que reconocer cuál es tu necesidad y tu preocupación subyacente.
Es, sencillamente, ponerla encima de la mesa tal cual, desde la vulnerabilidad y la transparencia.
Te pondré un ejemplo con un conflicto que conozco bien porque yo era una de las partes. Para que sea más fácil explicarme, digamos que dos personajes ficticios, Anna y Marc están a punto de tener una discusión.
Un ejemplo práctico: Anna y Marc están a punto de discutir
1. El conflicto y las preocupaciones subyacentes
Los dos se sienten molestos y están a punto de empezar a discutir. El primer paso sería que uno de ellos, o ambos, se den cuenta de que tienen un conflicto en ese preciso momento. ¡Y tener un conflicto no es necesariamente malo!
Anna se calla durante unos instantes para tranquilizarse y pensar por qué el hecho de quedarse en casa es importante para ella. Se da cuenta de que está cansada del trabajo de la semana; le gustaría ponerse cómoda en el sofá y desconectar. Su preocupación subyacente es que si sale a cenar fuera estará más incómoda y agitada.
Ya más calmada, le cuenta esto a Marc. Después le pregunta qué necesita él, si necesita salir a cenar para desconectar, o por otra razón.
Marc responde que quiere salir porque le apetece cenar algo especial. Es su forma de darse un capricho después de unos días de mucho trabajo, y también le apetece salir para charlar con Anna sobre cómo ha ido la semana. Su preocupación subyacente es que si se quedan en casa no podrá darse ese capricho, y además le preocupa sentirse solo, desconectado de Anna, si no tienen un momento de calma para charlar de sus cosas.
2. Una solución: proponer un plan en el que ambos ganen
Siguiendo con el ejemplo, para que tanto Anna como Marc ganen, es necesario que uno de ellos proponga un plan que tenga en cuenta la necesidad y la preocupación subyacente de los dos.
Anna tiene una idea que espera sea buena para ambos: se quedan en casa; pero ella se ocupa de pedir algo especial para cenar, y así Marc no comerá lo de siempre. Le dice que pueden charlar de sus cosas mientras cenan en la mesa, en vez de hacerlo delante de la tele. También sugiere que cenen algo más pronto para tener tiempo de ver la película. De esa forma, su necesidad de estar tranquila y de desconectar también quedará cubierta.
Marc añade que él se encargará de recoger los platos para que ella pueda ponerse cómoda en el sofá más pronto.
Los dos se esfuerzan por buscar un plan que tenga en cuenta la necesidad del otro pero, sobre todo, que ayude a calmar su preocupación subyacente.
Para salir de una discusión es necesario que tu pareja y tú sintáis que vuestras preocupaciones son tenidas en cuenta y atendidas, tanto por ti como por la otra persona.
3. Advertencias
A veces no es posible llegar a este tipo de acuerdos porque hay otros conflictos que afectan a la pareja: valores irreconciliables, adicciones o pérdida de confianza, por ejemplo. En estos casos hay que dar otros pasos para resolver el conflicto.
Sin embargo, en muchas situaciones merece la pena intentar llegar a un acuerdo de este tipo.
Tu turno
- ¿Qué me pasa? ¿Qué siento?
- ¿Qué deseo?
- ¿Cuál es mi necesidad concreta? (Lo que tú necesitas emocionalmente, no lo que tú quieres que haga el otro).
- ¿Qué temo que me pueda pasar? (Cuál es la preocupación subyacente).
En resumen
El objetivo es que las dos personas sintáis que vuestras preocupaciones son tenidas en cuenta. Que, en la mayor medida posible, ambos os encontréis más tranquilos y felices.
Cris me a parecido muy interesante el enriquecedor, además aplicable a otros ámbitos de la vida como el familiar laboral…. muchas gracias y un abrazo…
Hola Javi,
Sí, se puede aplicar a otras relaciones. Gracias por decirme qué te parece. Nos vemos por fb 🙂 Un abrazo
Hola Cristina, una buena guía para que la relación de pareja sea saludable, pienso que sí, negociar contribuye a nuestro bienestar y el de la otra persona, permite sentir que las necesidades de ambos son atendidas y valoradas, es una herramienta que podemos utilizarla en muchos ámbitos de las relaciones interpersonales. Gracias. Saludos cordiales
Hola Maricela, estamos de acuerdo entonces.
Aún así negociar en pareja no siempre es fácil, porque sentimos emociones intensas hacia la otra persona que interfieren con la negociación. Con los amigos también puede pasar. En el trabajo o en colaboraciones laborales la solución win-win tiene menos carga emocional. Pero, aún así, es una herramienta para tener en cuenta en la pareja. Gracias a ti por pasarte por aquí y un saludo.
Hola,
Muchas gracias por el ejemplo, siempre ayuda!
La parte más importante es la más interesante: qué es lo que siento….Creo que entenderlo es resolver la mitad del problema, y aplicarlo en la vida de todos los días es buscar felicitad/serenidad
Saludos, y gracias para tu “nice reminder”
Hola Frédéric,
Sí, saber qué siento es un paso muy importante. Y no es tan fácil como parece… a veces decimos “siento que no me haces caso” pero en realidad eso es lo que pienso, no lo que siento. Es un pequeño arte, me alegra que estés con ello.
Gracias a ti también por pasarte por aquí y comentar. Un abrazo.
Hola Cristina. Si, la calma y la empatía son necesarias para solucionar conflictos y evitar discusiones. Pero desgraciadamente yo he usado (inconscientemente) una estrategia muy radical.
Verás, dentro de mi organismo, no se dónde, tenía una trituradora de conflictos. Los ponía ahí, los trituraba y no daba pie a la discusión (muerto el perro muerta la rabia).
El problema es que los residuos triturados son altamente tóxicos y los daños colaterales de almacenarlos tantos y tanto tiempo son mucho peores que la posible discusión.
P.D. Es mejor discutir que tragar. Un abrazo
Hola Padrino, qué bueno verte por aquí otra vez.
Desde luego, tragarse el conflicto es altamente tóxico, sería el otro extremo. No creo que discutir sea mejor que tragar, creo que cualquiera de los dos, cuando se convierte en una dinámica habitual y deja de ser algo puntual, puede hacer mucho daño.
Sí que es verdad que según qué situación más vale discutir y airear lo que está oculto que seguir callando. Seguramente, por lo que dices en tu comentario, tú sabes bien lo que habría ayudado en su momento, aunque fuera haber discutido.
Un abrazo!
Gracias muy buen tema